jueves, 7 de febrero de 2019

Dias que querían ser de playa


Tengo un hijo con los objetivos claros. Él sabe lo que quiere y cuando lo quiere. Muy loable. Yo creo que le va a ir muy bien en la vida, teniendo tan claras las cosas. Luchando por ellas hasta el final. Lo malo es que ayer quería ir a la playa. Estamos a 550 km. Le recojo del cole, y me dice que quiere ir a la playa. Le explico que estamos en invierno, que la playa está lejos, y que iremos en vacaciones. Pero él tiene respuesta para todo, y encuentra la solución:
  • Vamos en  “sin vacaciones”, y solo un poquito. Vamos y volvemos.

Yo, como madre razonadora, intento explicar: papá está en el trabajo, no le vamos a dejar aquí solito. Pero M, con sus ideas claras, y su objetivo en el horizonte, lo ve todo claro:
  • si solo vamos un poquito, papá sigue en el trabajo.

Yo intento seguir: la playa está muy lejos, no nos da tiempo a ir. Pero M también tiene la solución
  • yo me duermo en el coche y me avisas cuando lleguemos.

Le vuelvo a explicar que estamos en invierno, que el agua está fría, que llueve
  • no nos metemos en el agua. Lo vemos desde la orilla.
Y además que como tiene su idea clara, tiene claro lo que tiene que hacer : se quita la ropa, se pone preparado para la playa, coge la maleta, la llena de juguetes, y la saca a la calle.
Claro, yo quisiera ir a la playa también. Escaparnos, vivir la vida así, libre, como los niños la ven. La pena es que al final no podemos hacer estas cosas. Total, que para ver si le saco la idea, cojo la bici, la maleta, abrigo a la niña y nos vamos a la calle. M me pregunta que donde está mi maleta, con mi ropa y los bañadores. Está claro que sospecha algo. Pero yo pienso, ¿Qué puede salir mal si le intento sacar la idea de la cabeza y distraerle?. Así que nos lo pasamos genial durante 45 minutos, jugando con la bici y  explorando los recovecos. Como ya cae el sol, recogemos. Pero, Ah!que ya nos vamos a la playa. Y ahí sí, ahí llega la bofetada de realidad. Le intento explicar que no nos vamos a la playa, que es imposible. Y llega la rabieta. Es así. Es un caos. ¿pero como se gestionan estas cosas? Al final, pienso, que  la frustración también es parte de la vida , y así habrá que aprender. Objetivos y frustración, la vida misma.



Mi hijo yendose a la playa. Sus juguetes están en la maleta.

lunes, 4 de febrero de 2019

Cortocircuitos


Llueve. Está gris. Hace frio. Me muero de sueño. Mala combinación si vuelves conduciendo del trabajo.
Estos días/semanas están siendo complicados. A mediados de Enero, J se puso mala con algún virus, traducido en fiebre, mocos y tos, y no dormir. A la siguiente semana,  M ha decidido que para qué dormir bien si se puede uno despertar cada 10 minutos. La ultima semana de Enero, M se puso malo, y volvimos a no dormir. Esta semana, lunes, J se ha despertado con fiebre (que se lo ha debido de pegar su hermano). Conclusión, tengo una cuadrilla de obreros con taladros, martillos  y picas dentro de mi cabeza, y no me dejan en paz.

Además he descubierto que mi marido cortocircuita. Y da chispazos, por no llamarlo exabruptos, o que estamos todos muy cansados ya. Un lunes cualquiera, los dos niños se despiertan a las 6:30 cuando yo me levanto para ir al trabajo, y es mi marido el que se queda con los dos. Y se despiertan los dos niños, que pueden que estén medio malos, o incubando algo, o que se despiertan así, y acontece el desastre absoluto.  El pobre, con dos manos, dos pies y una cabeza, y dos niños gritando y pidiendo su atención, cortocircuita y entra en barrena. Menos mal que se reinicia y luego atiende a un niño y a otro. Pero sí, son mañanas complicadas.  

Todavía queda mucha semana por delante y muchas noches de no dormir, y solo puedo pensar lo que dice M cuando le propones algo que no quiere hacer en ese momento:

Padres:  - “vamos a cenar”
M :- mañana.


Padres:  - vamos al cole
M :- - mañana

Padres:  - vamos a ver a los abuelos
M :- - mañana

- Padres:   vamos a dormir
M :- - mañana

Aunque aquí también puede decir, si es la siesta " es de día, mama".  Ese es su interés en dormir.

Que estemos cansados también ayuda que de repente el momento de la cena se vuelva complicado, yo tire un vaso de agua, M se haya quitado las zapatillas y quiera hacer la danza de la lluvia con el agua derramada, que sus padres se pongan a gritar que no pise el agua, que termine todo en lloros...y yo pienso, y luego hay otras familias, que relativizan y todo es genial, y paz, y momentos zen..... y yo solo puedo decir que no llego a esos momentos zen. Aún. Lo estoy intentando.

Días que me funciona mejor el Zen y hacemos galletas.