sábado, 23 de abril de 2016

Lactancia

 
Llevamos casi 9 meses,  casi 9 meses mágicos con M. Con M y con la lactancia materna. Si al principio alguien me hubiera dicho que iba a durar tanto  no me lo hubiera creído. No lo hubiera hecho por diversas razones : no tenía ni idea de cuánto tiempo quería dar el pecho, solo sabía que lo quería dar. Pero era una convicción laxa:” le daré el pecho pero si no puedo tampoco me voy a agobiar”,  porque para mí ya con tener a M conmigo iba servida. Y luego, porque los inicios fueron muy duros. M nació con 2600 kg y en el hospital nos dijeron que había que suplementarle. Y porque los tres días en el hospital fueron muy duros, no se enganchaba, no mamaba, y terminábamos dándole biberón. Y más tarde, en casa, cuando ya estábamos contentos, qué digo contentos, eufóricos porque veíamos que se enganchaba a la teta y mamaba, de repente íbamos al pediatra y no había ganado peso. 
Y me encontré sola frente a la presión exterior que me decía que diera a M biberón. Por activa y por pasiva. Como tengo un problema de cabezonería, en cuanto me dicen que no puedo hacer algo, lo intento hacer. Y eso que mi convicción sobre el pecho no era muy fuerte. Así que iba de un lado a otro con el minibebé enganchado a la teta, para desayunar, para comer, para cenar, para dormir, para ver la tele, para andar por el pasillo, para elegir el body….Y pasó el primer mes, y M se hizo más fuerte, y empezó a coger peso como un campeón, y todo el mundo se empezó a relajar, y comenzó la maravillosa etapa que seguimos compartiendo, M y yo, aunque ahora menos porque volví al trabajo.
 
Pero estar con M, que se ponga feliz porque sabe que va a comer, que te sonría y te mire enganchado a la teta, que le sirva para calmarle, para darle calor, para alimentarle, para dormirle…. Es lo mejor que me ha pasado. 
 Así que vamos por 9 meses y siguiendo! 

                                                                Dibujo de Ali del Rey www.Alidelrey.com

lunes, 18 de abril de 2016

Sobreviviendo

Y aquí estamos sobreviviendo tras dos semanas. El universo ha confabulado y M  está malo, yo estoy mala, y es lunes…. Y que sí, que es muy bonita la lluvia, pero un poco de sol no estaría de más.
Y yo ya no sé a qué club pertenezco, al club de “las malas madres” por irme a trabajar y dejar a M; al club de “me muero del dolor de espalda” porque M malito solo quiere estar con su mamá y ya empieza a pesar; al club de “tengo la muñeca derecha abierta”, porque obviamente coges al niño con el brazo izquierdo y haces todo con el derecho; al club de “soy una piltrafa alguien me quiere explicar por qué el resto de madres no?”, porque te encuentras con las madres que hacen apología de la oxitocina ( que pasa, que no conocen el resto de neurotransmisores? Porque yo de Oxitocina no se, pero de Dopamina, Noradrenalina y Serotonina creo que voy sobrada), al club de “Pues mi hijo no”, que significa que todas las demás tienen hijos que hacen el doble tirabuzón con salto y voltereta, y M como mucho, hace un esfuerzo sobrehumano y consigue darse la vuelta. De reptar/gatear/andar ni hablemos.

Total, que mi cuerpo piltrafa y mi cabeza a punto de explotar, tendrán que superar el lunes, el trabajo, sacarse leche, llamadas a ver cómo está M, para poder llegar por la tarde en un estado espero que no muy lamentable, a cuidar de nuevo de M.
 Situación en la que me gustaría  estar pero creo que la realidad va ser otra diferente. 

Feliz Lunes! 

viernes, 8 de abril de 2016

Cambios

El mundo de M ha cambiado. Ya no solo porque le hayan salido dos dientecillos, y esté muy gracioso sacando la lengua para tocárselos, jeje ( no quiero saber que contorsionismos hará cuando empiece a tener más y quiera descubrirlos todos). No, el mundo de M ha cambiado porque he vuelto al trabajo. Y pasábamos tanto tiempo juntos (básicamente las 24 horas del día, que si fueran 60 también estaríamos juntos), que ahora la separación es muy triste.
Triste para él y triste para mí. Porque las necesidades de un bebé no pueden cambiar de un día para otro, y porque las mías tampoco han cambiado. Le necesito las 24 horas yo también.
Y porque cuando estás con un bebe, te das cuenta que la vida es pausa. Disfrutar lentamente de las pequeñas cosas porque no hay prisa. La prisa está en la madre: para ducharse, desayunar, hacer la comida, poner la lavadora, “uy, voy a colocar estas bragas”….y todo ello con el minibebe en brazos. El minibebe crece y llevarle en brazos resulta cada vez más complicado, pero así puedes disfrutar, por ejemplo, cuando se rie a carcajadas al lavarte los dientes. Lo que ayuda mucho a la higiene bucal, porque lo haces más a menudo solo por el placer de verle reírse.
La única conclusión que puedo sacar es que viviríamos mucho mejor si pudiéramos ir en bolas a todas horas y la comida la pudiéramos coger cocinada de los árboles.  
Ayyy, echo de menos a M.


Dibujo de Ali del Rey www.alidelrey.com