domingo, 18 de febrero de 2018

Diario de un domingo con dos

Es un hecho, es posible que el género humano se hubiera extinguido si hubiera muchas familias como ésta.
Es Domingo, me levanto a las 8:30 con M,  el padre lleva desde las 6:30 con  J. en el salón para que yo pueda dormir, porque J. regurgita mucho y si después de comer se tumba, llega el caos. Preparamos el desayuno a M, y paso a dar la teta a  J. Tras esto, intentamos desayunar los mayores. En esto que se me ocurre hacer torrijas y como estoy con la pequeña, la leche  que había puesto en el fuego se sale.  Termino hacer las torrijas y desayuno. El papá está con la niña  asi que me intento duchar,  pero es imposible por que M esta haciendo el loco= ha cogido el secador, ha abierto un bote con colorante alimentario... así que mejor le controlo. J ya está dormida y ya me puedo duchar.. El papá que intenta desayunar también, no puede hasta que no termino yo de ducharme, porque si no M molesta a J. y la despierta- tras esto,  el papá se ducha y consigue desayunar. Hacemos la lista de la compra para poder seguir subsistiendo el resto de la semana y papá se va a comprar con M. ya son las 12:00 de la mañana!

Entremedias, me he arreglado para hacer arroz blanco y sacar unos filetes de ternera que tenía congelados para que esta familia pueda comer y me he ido a dar una vuelta con J. en el carro. Hace sol pero es febrero, y todavía bueno bueno, no hace. J. se ha puesto a llorar a mitad de camino, con lo que me he parado, he sacado la teta para que comiera y como el resto del camino era cuesta abajo, he pensado que mejor dar la vuelta al carro para que la bebé no regurgitara. Así que a bajar la cuesta al revés. Y ahí estaba yo, cuando he recibido un mensaje diciendo que una antigua compañera de trabajo estaba super delgada y tenía tipazo después de las tres hijos, con lo que me he deprimido un poco y he seguido andando apretando tripa a ver si mi figura mejoraba. Todo esto mientras mis zapatillas se comían mis calcetines y se arrugaban en la punta del dedo gordo, lo que no provoca mucho placer, he de decir.

La cosa no ha mejorado, porque cuando he llegado a casa he olido a churruscado, y me he dado cuenta que no había apagado el fuego del arroz. Así que estaba todo quemado. He salvado la capa de arriba para M, que con buen criterio se ha comido 5 cucharadas del engendro que ha quedado. Qué se le va a hacer.  Menos mal que tenía también los filetes descongelados y he conseguido hacerle uno a M.  Luego, me he puesto manos a la obra  y rascar,  para intentar salvar la olla, y no tener que tirarla a la basura, junto con el resto del arroz.

Vamos a pasar tranquilamente por la tarde, hasta llegar a la noche, donde he tenido que meterme en la cama con M y con J. (sí, M sigue colechando con nosotros), para ver si M se dormía mientras J. comía un poco. A todo esto, el padre estaba roncando tranquilamente en la cama, porque un niño de dos años y medio que se dedica a subirse, bajarse, dar la vuelta, hablar, seguir hablando.... hasta que se duerme, está claro que no afecta a los ritmos circadianos del padre.

Total, que voy a ver si J. no regurgita mucho (ha manchado ya la camisa del padre, su propio pijama, y no he mirado si la cuna) y volvemos de nuevo a empezar otro apasionante día.


PD - entremedias de todo el caos, también hay muchas risas, no os vayáis a creer, porque si no, verdaderamente el género humano se hubiera extinguido.