Con
tanta fiesta y puente, esto ha sido un no parar. Aunque luego es muy duro
volver a la realidad del día a día – Los mayores al trabajo y M al cole.
Fuimos
a la playa en Semana Santa. Solo duramos tres días, porque empezaba a llover. En
la ida debimos tardar como 8 horas. No habíamos salido de la comunidad de
Madrid y ya habíamos parado; y a partir de ahí, lloros de J que no quería estar
en la silla. Quejas de M que donde estaba la playa…. Llegamos y menos mal que pudimos disfrutar de la playa
tres días. Que tragarse el viaje de ida y el de vuelta con tan poca diferencia
es duro. M al menos disfrutó con su bici paseando arriba y abajo y del mar. Bueno,
los dos niños disfrutaron del mar. Es una gozada, la verdad.
M
quiere ahora una bicicleta, con pedales y de mayores. Le hemos dicho que de
regalo para su cumpleaños y ahora lo que pretende es convencernos que su
cumpleaños es ahora. O que ahora es Agosto. O que ahora hace calor como en
Agosto.
Lo del
calor vamos a tener que hacérselo mirar, porque va a todas partes con pantalón corto,
y manga corta. Y hay drama si su camiseta de futbolista se lava. Aunque también
hay drama si su calzoncillo de cohete se lava. Ya quisiera yo ver a un
negociador de rehenes o de situaciones peligrosas negociar con un niño de tres
años. No hay un minuto de descanso ni de bajar la guardia. Que te intenta meter
la trampa a las primeras de cambio.
Esto de
que los días se alarguen no ayudan a la situación de los padres: que quieren
descansar. Algo, un poco, una mijita. Algooooo. M se puede pasar todo el día
fuera, que cuando volvemos a casa, rabieta porque quiere ir a la Dehesa de nuevo
a pasear, o a cualquier sitio a pasear. O a jugar al baloncesto. O a montar en
bici. O a montar en patinete.Y le intentas explicar que ya es por la tarde, que
hay que cenar y dormir, y obviamente, te dice que es de día y hace sol. Y ahí sí
que tiene razón. Pero lo que tienen los niños es que pueden pasar de estar arriba
del todo, con fuerza y pegando saltos, a que de repente les viene la bajona, y de
repente todo son lloros, gritos, y el cansancio que sale.
Y luego
está J, que después de descubrir la posición vertical, no quiere pasar a estar
sentada. Pero claro, tiene fuerza suficiente para dar pasos si la llevas de la
mano, y así mantiene el equilibrio. Si no, pierde esa posición horizontal y a
la vertical que va.
Y así
estamos, cansados, y yo con la espalda doblada de ir agachada con J cuando le da
por andar. Aunque he aprendido una cosa. Todas las etapas pasan rápido! Un día
estás diciendo no puedo más con la espalda,y al otro lo que vamos a estar es
persiguiendo a J y a M en sus bicicletas.
Pero esto de no dormir está claro que no va
bien para mis neurotransmisores, que están cortocircuitando, y no puedo
mantener conversaciones normales porque se me olvidan palabras. O frases. O lo
que quiero hacer en el siguiente momento.
J , M y el mar
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