Hoy J hace una año.
Un año desde que nació, por cesárea programada a las 37 semanas, pero un año y
ocho meses desde que empezamos el viaje
las dos. Y echando la vista atrás, lo único que puedo pensar es que, que J
viniera, ha sido un regalo. Un regalo por tener otro bebé en brazos, un regalo
por que es una niña, porque puedo volver a sentir un poco de la esencia de
Martina en ella, igual que lo hacía con su hermano, cuando tumbados en la cama,
en la oscuridad, le daba el pecho, en mi cabeza medio dormida, se me juntaban las
imágenes de Martina, de M, en un viaje irreal, pero bonito. Y que haya venido J
ha sido un regalo tremendo, porque también he estado un año junto a su hermano,
M, en casa, sin prisas, respetando tiempos, con paciencia. Esa paciencia que
veo que me falta ahora más, que he vuelto al trabajo, que estoy cansada y con
sueño, que M también ha acusado más, que no esté yo, con todos los cambios, de
empezar el cole, que su madre no esté por las mañanas, otras rutinas, más horas
fuera de casa…. Ha sido un año muy bonito, realmente. Y eso que esto es cansado
de pelotas. O al menos yo vivo cansada. Hoy M empezaba de nuevo el cole, y se
ha despertado a las 12, a la una, a las dos, a las tres, a las cuatro. Y entre
medias J ha querido teta. Asi que tengo ojeras y sueño. Y solo puedo pensar que
hasta Semana Santa no hay más vacaciones.
Estas Navidades,
además M se ha enterado más de los Reyes Magos, los ha disfrutado, ha contado a
abuelos, tíos y primos que han venido los Reyes Magos y el ruido que hicieron
en el salón. Que se bebieron la leche, pero la
galleta se la dejaron, porque les habíamos pillado. Ha preguntado varias
veces donde estaba la excavadora de Rubble, que la patrulla canina le encanta.
Ha jugado con su torre de vigilancia, con su taladro, y al escondite. Eso sí,
el escondite le encanta. Lo malo es que dice “la última!,” y te tiras jugando a
la ultima del escondite diez partidas más. No hay fin. Pero hasta eso tiene su
encanto. Además que se lo pasan genial J y M en el baño. Los dos juntos jugando
con los patitos. Está claro que este año ha sido genial, y ahora que J empieza
su segundo año, está claro que tendremos más momentos geniales. Y más cansancio.
Pero lo que tengo claro es que hay que disfrutar estos momentos, porque se pasa
super rápido. Y también sé que tendremos otros momentos de estress, que me
enfadaré, y que lloraré a veces de impotencia, pero voy a seguir trabajando
para estar zen, y poder estar con mis hijos de una manera más pausada.
A por el 2019!
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