Me
gustan los días de lluvia, me gusta el sonido, me gusta ver la hojas mojadas,
me gusta el olor a tierra. De pequeña me gustaban los charcos, poner hojas en
ellos y que flotaran, hacer olas.
Me
gusta mirar al cielo y ver caer la lluvia, y cuando era pequeña, con un palo cogía
las lombrices que salían de la arena. Y hacía diques con la arena para hacer
más charcos.
No me
deprime la lluvia, me parece alegre. Y me gusta la sensación de limpieza que
deja.
Incluso
cuando hay tormenta, y el cielo está negro, también me gusta, porque también
recuerdo que nos poníamos a contar, mirando por la ventana, desde que veíamos el rayo hasta que sonaba el trueno.
Ahora
porque M todavía es pequeño, y todavía no está muy seguro sobre sus pies, que
va andando como si matara hormigas (pobres, siempre pensaba que qué pasaba
cuando llovía, si sus casas se inundarían), pero le compraré unas botas de
agua, para que pueda saltar sobre los charcos y salpicar lo que quiera. Y que
pasee sobre la tierra mojada, y vea las hojas brillar con el agua, y se moje la
cara, y que disfrute con la naturaleza.
A ver
qué sale de todo esto cuando sea un poco mayor, y me venga semidesnudo de la calle,
sin abrigo y empapado, entonces a lo mejor entro en crisis porque creo que va a
coger una pulmonía! Por ahora pensaré en lo bonito de los días de lluvia.