Hemos ido a la playa esta Semana Santa. Y M en la playa es feliz. Se juntan las dos cosas que más le pueden gustar, arena y agua. Así que con su regadera, cogiendo agua, echándola en la arena, o echándosela encima, o haciendo la croqueta en la playa, metiendo los pies en el agua.... era el niño más contento del universo. Era bajar al portal de la casa, y ya pegar gritos de alegría. Que si le dejas, se mete con todo lo puesto en el agua y sin problemas. Y si se cansaba del agua se ponía a correr por la arena y luego se dejaba caer. Sí, así de bruto. Menos mal que era arena y no asfalto. Esperemos que no lo quiera repetir ahora que hemos vuelto a la dura realidad.
Ya por hablar de primeras veces, ha sido también la primera vez del padre de M con la cocina de gas. Encenderla, coger una cerilla, acercarla y prender fuego.... no se si en las cavernas se hubiera extinguido, porque cuando fui a ver que tal iba, había dos mandos abiertos, y solo un fuego con llama, y del otro saliendo gas. Así que relegaremos al padre de M a las cocinas con placa vitrocerámica.
Y hoy ha sido el primer día de M en la guardería. Estamos empezando el periodo de adaptación, así que hoy ha sido cortito, pero M se olía algo, porque para ser un niño que no quiere nada los brazos, no se despegaba de mí. Al final ha cogido confianza y ya se ha puesto a jugar. Y ha debido de ser intenso, porque en el coche de camino a casa se ha dormido.
Y otra primera vez, la más bonita y tierna, también ha pasado esta semana. Antes de dormir, le contamos cuentos. Hay uno que se llama Un beso antes de dormir, y cuando el padre le dijo a M, "da un beso a mamá", M se quita el chupete, acerca su cara a la mia, y como en cámara lenta, M me da un beso. No hay palabras. Así que vivan las primeras veces, que son tan bonitas.
Dibujo del libro "Un beso antes de dormir" que le encanta a M.